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miércoles, 22 de noviembre de 2017

Piotr Ilich Chaikowski (Peter Ilich Tchaikovsky). Mi Música Preferida.

El Mejor Romanticismo del Mundo...






Aunque para mí, Tchaikovsky, es el mejor compositor de todos los tiempos (mi respeto y disculpas para quien crea que otros de los buenísimos compositores que ha dado la historia, están por encima de él, pero no establezco mi criterio en base a una ordenación, ni categoría), y ello me hace ser parcial  en mi predilección por su música (algunas veces vehementemente lo soy), trataré de ser todo lo imparcial que pueda y mi apasionamiento me permita.
Tchaikovsky, era un niño prodigio a la edad de 7 años: escribía poesía y ensayos, en un francés excelente, mas lo que ocurrió hasta la edad de 20 años, debió de suponer para su natural instinto musical, quizás más que una larga espera. Iliá, padre de nuestro músico, quería que este hiciera carrera de funcionario, pero desde 1855, costeó lecciones privadas de música para su hijo, que no llegaron a fructificar hasta años después; para ello tuvo que someterse al gusto paterno, trabajando (después de una fuerte preparación y oposición al cuerpo funcionarial), para el Ministerio de Justicia como funcionario, desde 1859 a 1863, año en que comenzó sus estudios profesionales de música, en el nuevo Conservatorio de Música de San Petersburgo, fundado y dirigido por Antón Rubinstein excepcional pianista de la época, que acompañado del compositor Nikolái Zaremba (futuro sucesor de Rubinstein al frente del Conservatorio), ejercieron como sus más próximos profesores. No obstante, el romanticismo que desde joven circulaba por sus venas y, la admiración que sentía por Verdi o Mozart entre otros, llevaron al joven Tchaikovsky a una carrera de éxitos incuestionable. Su primera gran composición fue la Sinfonía nº 1, conocida por Sueños de invierno, a la que Rubinstein y Zaremba no vieron con buenos ojos, surgiendo entre ellos una disputa que significaría a la postre la disolución de sus relaciones. La Sinfonía, fue estrenada en Moscú en febrero de 1868, con notable aceptación. Esta Sinfonía, es una melódica pieza, donde se entrevé el claro amor del compositor por los temas tradicionales patrios, a los que aporta lirismo y énfasis a partes casi iguales, y resulta una delicia auditiva, llena de íntimas sensaciones y el saludable frescor de los campos rusos. La partitura en cuestión fue tenida como demasiado audaz para su tiempo, debido a sus contrapuntos musicales, algo que sucedería durante toda su carrera, y que contribuyó a  vislumbrar el incipiente romanticismo de su autor y es, para mí, una obra sublime. A raíz de la desvinculación anterior, Tchaikovsky decide mantener su independencia musical aún a costa de enfrentarse al grupo de Los Cinco, con los que empezó a relacionarse y, que estaba formado por Balákirev, César Cui, Borodin, Músorgski y Rimski-Kórsakov, a los que consideraba alejados de su estética personal, pero su acercamiento a Balákirev con motivos profesionales, el trato de cordialidad entre ellos y, la presentación de su primera obra maestra, la Fantasía-Obertura de Romeo y Julieta, que Los Cinco, aceptaron de inmediato, hizo que definitivamente, abandonara el Conservatorio de San Petersburgo.
Esto propició que Nikolái Rubinstein (hermano menor de Antón), lo llamara para formar parte como profesor, del Conservatorio de Moscú. A partir de aquí, su carrera estuvo jalonada por sus grandes éxitos musicales y una vida personal sórdida y atormentada; en una carta enviada a Madame von Meck, con motivo de la terminación de su cuarta sinfonía, Tchaikovsky se expresa en estos términos:
La Introducción es la base de toda la Sinfonía; comprende la idea principal en las trompas y fagotes. Ésta representa el Destino, la fuerza fatal que se opone a la realización de la felicidad deseada, que vela celosamente para ahuyentar el bienestar y el reposo, e impide que el cielo amanezca sin nubes. Es una fuerza que nos amenaza continuamente como una espada de Damocles y que nos envenena el alma.
Extraído de Enciclopedia de la Música, de Casper Höweler. Editorial Noguer. 1977 (Quinta Edición)

Mas la problemática por sus inadecuados comportamientos, le persiguió durante gran parte de su vida, derivados de su declarada homosexualidad; a este respecto, hay que señalar su gran timidez, que le deparaba una inestabilidad emocional en presencia de los hombres: La compañía de los hombres es tan solo agradable cuando no exige una conversación; esta afirmación por parte del músico, puede prestarse a varias interpretaciones, pero debido a su gran sensibilidad y como ha pasado con otros ilustres de la historia, la confusión y desconocimiento al respecto, pueden haber conducido a confeccionar una biografía errónea. A todo esto, se le unía la escasez de medios y, una supuesta (algunos historiadores lo aseguran) predisposición a la esquizofrenia. De todas formas y siguiendo con lo que nos ocupa, se haría muy prolijo detallar aquí todas las obras de este genial músico, pero por nombrar algunas y sin que ello suponga un compromiso sobre su orden, citaré: la Sinfonía nº 4  (Parece que dedicada a Madame von Meck, y conocida con el sobrenombre de Del Destino), nº 5 y nº 6 (Terminada poco antes de morir y, bautizada como Patética por su hermano Modesto), Concierto nº 1 para piano y orquesta, Concierto para violín y orquesta (Se cuenta que los mejores violinistas de la época decían que era imposible tocar esta composición), Obertura Solemne 1812 (Compuesta con motivo de la consagración de la iglesia del Redentor de Moscú, construida en memoria de la Campaña de Napoleón, siendo ejecutada en la plaza delante de la iglesia, debido al elevado número de intérpretes de la pieza, al uso de campanas de iglesia y al despliegue de varias piezas de artillería con cañonazos reales), La bella durmiente, El lago de los cisnes, El Cascanueces, Sinfonía Manfred (Según el poema dramático de Lord Byron, siendo considerada por algunos como su Séptima Sinfonía) y muchas más, aunque a buen seguro, cada cual tendrá su lista propia.
Con motivo del estreno del Concierto nº 1 para piano y orquesta, que según confesó más tarde, estaba dedicado a Nikolái Rubinstein y al cual ofreció su interpretación, que rechazó, a parte de declararse en oposición a esta obra, entabló relación con el famoso pianista Hans von Bülow, que a partir de ese momento, se convirtió en su mejor aliado para la difusión de sus trabajos.
Como medio de vida, gozó de la gracia otorgada por el Zar Alejandro III de Rusia que le concedió una pensión vitalicia de 3.000 rublos, pero sobre todo, su gran valedora fue la aristócrata Nadezhda von Meck, con la que mantuvo una intensa relación epistolar durante 13 años, aparte de recibir durante esos años, una pensión de 6.000 rublos, equivalente a un tercio de sus gastos. No se vieron nada más que una vez y de forma no muy placentera para ambos.
Para que en su vida no faltara nada, también como en el caso de muchos otros personajes insignes de la historia, su muerte estuvo rodeada de misterio y especulaciones, que han llegado a nuestros días, sin que los estudiosos y biógrafos se hayan puesto de acuerdo. Con respecto a esto, el Washington Post, publicó el 13 de septiembre de 2009, un artículo firmado por Tim Page (profesor de periodismo y música en la Universidad del Sur de California), con motivo de la reseña del libro Tchaikovsky de Roland John Wiley y del cual entresaco lo siguiente:


  • ... Tres años más tarde, Tchaikovsky murió a la edad de 53 años, a causa de un ataque de cólera que supuestamente provocó al beber un vaso de agua sin hervir. Inmediatamente se sugirió que tenía la intención de suicidarse, incluso, según algunos teóricos de la conspiración, que se le ordenó suicidarse debido a su aventura con un joven noble. "No se puede dudar de que se suicidó", declaró el "Diccionario de Música y Músicos de New Grove" en 1981. Wiley no está tan presumido como todo eso. "Los eventos de esos últimos días ahora están oscurecidos más allá de la esperanza de claridad por el tiempo y la intervención", escribe. «No sabemos, y probablemente nunca sepamos más allá de toda duda, la causa de la muerte de Tchaikovsky».

Al final de la galería fotográfica, podemos escuchar si nos place, el Concierto nº 1 para piano y orquesta, la Sinfonía nº 4 y la Suite de La bella durmiente.


Casa donde Peter Ilich Tchaikovsky vivió sus últimos años, actual Museo Tchaikovsky


Conservatorio de Música de San Petersburgo


Conservatorio de Música de Moscú



Tumba de Tchaikovsky en el Monasterio de Alejandro Nevski



Suite de La bella durmiente
Berlin Philarmonic (Orquesta Filarmónica de Berlin). Herbert von Karajan



Concierto nº 1 para piano y orquesta
Orquesta de París. Paavo Järvi
Piano: Lang Lang


Sinfonía nº 4
Orquesta Sinfónica de Galicia. Dima Slobodeniouk